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Isidra, entre la rebelión y la venganza, es una narración que incorpora uno de los muchos hechos que quizá sucedieron dentro de la infinidad de casos entretejidos como consecuencia de los conflictos en México y Chiapas; ésta obra en particular, ejemplifica parte de la situación de la que adolecieron los descendientes de hombres y mujeres que fueron víctimas de las confrontaciones y revanchismos sucedidos en los primeros tiempos posrevolucionarios. La Revolución Mexicana fue un movimiento bélico suscitado entre 1910 y 1917, pero los conflictos entre partes antagónicas continuaron manifestándose en una extensión aproximada de diez años, hasta quedar en reductos aislados entre familias e individuos pero deja familias desprotegidas y niños en la orfandad; pero a diferencia de otros movimientos sociales, aquí no hay partes vencedores ni vencidas, por el contrario logra incorporar nuevos individuos al poder que se olvidan de aquellos por los que fue posible abanderar el movimiento revolucionario, los más pobres, integrado mayoritariamente por campesinos y obreros.
Los referentes respecto a la Constitución de 1917, del mapachismo y del pinedismo descritos, derivan de una perspectiva ciudadana, de dos personas cultas que vivieron aquellos tiempos de desorden social. En las postrimerías de la década de los 60´s, solía visitar unas ancianitas conocidas en la sociedad de San Cristóbal de Las Casas, como las señoritas Fino, de nombres Bricia y María, cuya edad rebasaba las ocho décadas; me complacía escuchar sus narraciones sobre sus experiencias en aquella época, aunque a veces me confundían sus aseveraciones por los contrastantes con las clases de Historia y Civismo que recibía en la escuela primaria; quizá ellas no fueron historiadoras, sin embargo, hoy considero que aquellas narraciones que me cautivaron y que correspondieron a sus experiencias de vida, no estaban del todo equivocadas.
Cito también parte de los hechos que se  escribieron con páginas de sangre en la historia del país en su incipiente modernidad, hechos que tuve oportunidad de conocer cuando residí en la ciudad de México entre 1981 y 1988, donde pude constatar mediante el testimonio de amigos, de las evidencias impresas en documentos y por supuesto, en los recuerdos álgidos de quienes vivieron en carne propia el movimiento desde diferentes roles, donde perdieron hijos y hermanos en la masacre del 2 de octubre de 1968. Con toda seguridad, hoy día aún persiste esa herida que aún es constante en su sangrar, sin que la resignación llegue a pesar de los tiempos, y pone a los dolientes en una impotencia que les lacera el alma y la razón. Quién no haya pasado por la amarga experiencia de ver el cuerpo abatido, vulnerado o desollado de un hijo o un hermano, de tenerlo desaparecido pero con la mayor certeza de saberlo muerto y sin una luz de esperanza por el reencuentro, quizá no comprenderá las razones del porqué debe prevalecer en la memoria de las generaciones y se manifieste en  el reclamo social como un eco que palpite con necedad a través de los tiempos, la frase reiterativa: “2 de Octubre no se olvida”.
Isidra representa a la mujer que se ve envuelta en la telaraña de la corrupción, de la falsedad y del engaño, es víctima de un sistema político y una tendencia social que discrimina a la mujer y aunado a ello, la hace culpable de sus propias desgracias; pero como la mayor parte de las mujeres, goza de una fortaleza psíquica que le permite sobreponerse a la adversidad por muy violenta que esta sea, incluso de aquella que hace pender de un hilo a su existencia.
El nombre de Isidra conjunta diversos objetivos que se congregan en un solo contexto, reconocer los esfuerzos de una mujer nacida un 15 de mayo, imprescindible para mi existencia, mi señora madre doña Luz María; en esa fecha también se celebra a San Isidro Labrador, patrono de los campesinos y el día del maestro, elementos que se hacen presentes en diferentes circunstancias, pero con tópicos dignos de mencionar y de dimensionar por su participación en la diversidad de hechos que han caracterizado a nuestra sociedad.
Isidra; entre la rebelión y la venganza, es una simbiosis entre hechos y personajes reales y ficticios situados en un escenario que revela la experiencia de una mujer, descendiente de los primeros hombres que tomaron las armas en la primera revuelta del siglo veinte en México,  queda en la orfandad a temprana edad lo que le hace cambiar de paradigmas con repetida frecuencia, circunstancialmente llega a trastocar la máxima expresión del poder en el país, pero es víctima de un ambiente extremadamente hostil y ventajoso, que la hace declinar de manera significativa en sus deseos por la vida; sin embargo, vuelve a luchar por ella y al final encuentra su recompensa, situada en la naturaleza como una sublime expresión del amor eterno.
El propósito de este trabajo, es que el lector en el concierto de su propia conciencia, haga una valoración en cuanto a los actos y procedimientos característicos de los tiempos de nuestros antepasados inmediatos, protagonizados por los personajes que intervienen en él, y establezca un juicio de valor que lo lleve a concluir si aún persisten en nuestra idiosincrasia esos actos de poder; o por el contrario, ya no ocurren ni volverán a repetirse en nuestra convivencia social.

 

El Autor

ISIDRA, ENTRE LA REBELIÓN Y LA VENGANZA

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